Festivales y políticas públicas 2

Festivales y políticas públicas 2

Por | 3 de julio de 2019

Tras la noticia de que el Festival de Morelia no fue beneficiado con el fondo de cultura federal, PROFEST, se abrió una discusión limitada sobre la situación reglamentaria de dicho fondo, que –por ahora– parece el único apoyo que el Gobierno Federal tendrá para festivales. Pero los afectados somos muchísimos festivales más –claro, los que no tenemos ‘’paros’’– que ni siquiera pudimos postular.

¿Por qué? Lo explico detalladamente, y no es broma si digo que parece que vamos a un sistema cubano de distribución de dinero para los festivales de artes…

Porque el reglamento de este nuevo fondo, dice que los festivales deben presentarse –lea cuidadosamente–: «A través de las Instituciones Estatales de Cultura de las 32 entidades federativas, las instituciones municipales de cultura, los 2,457 municipios del país, las 16 alcaldías de la Ciudad de México y las 699 instituciones de educación pública superior estatales». Eso significa que los gobiernos de los estados y municipios o las universidades públicas deciden a quién autorizan para presentar el festival a través de ellos. Yo creé el Festival del Nuevo Cine Mexicano de Durango el año pasado bajo una asociación civil. Con esa regla, nosotros no podemos postular al fondo federal porque el gobierno estatal ya tiene sus festivales (de cine y otros) y los postuló. Los estados y municipios en la mayor parte del país no tienen ese tipo de fondos, y así en el Festival de Durango quedamos desprotegidos al no poder acceder a fondos públicos para realizar un festival que ya con dos ediciones prueba que puede funcionar.

Todos los festivales deberían de poder postular a fondos federales sin importar si los apoya su gobierno local o no. Lo contrario es una absurdidad. ¿Imaginen en los tiempos de los Duartes irles a pedir el favor a ellos? Porque además, como el dinero recae en la cuenta bancaria de la institución gubernamental o universitaria que presenta al festival, se corre el riesgo de que alguien se robe dinero o pida moche. Quien hizo esa regla por una parte cree que vive en Suiza, y por la otra se nota que vive en México…

El Festival de Cine de Guanajuato sí obtuvo ese fondo presentado a través de su estado; el Festival de Morelia aun cuando sí presentó todo ordenamiento a través del Estado de Michoacán no logró obtenerlo porque Michoacán tiene una deuda con la federación que hacía irregular la postulación. Una cosa rarísima que sucedió por esa regla antidemocrática que limita libertades y atenta contra la igualdad de oportunidades.

También existen festivales organizados por los gobiernos estatales y municipales –son la mayoría–. Obviamente ellos postularon con sus propios proyectos. Por ejemplo, el Gobierno del Estado de Durango postuló a PROFEST para obtener fondos para su festival cultural más importante, el Revueltas, y para su festival de cine mexicano. Ninguno de los dos obtuvo recursos. Y tampoco puede postular otro festival en el mismo estado porque no lo apoya el gobierno. ¿Se entiende la gravedad de esto? Espero.

¿Para qué crear una regla anticuada, paternalista, controladora?

A la par de esa regla controladora, existe una iniciativa aún peor: crear un festival de cine latinoamericano de gran presupuesto organizado por la Ciudad de México, cuando en la ciudad monstruo existen ya 41 festivales.

Aún con un fondo para festivales justo (dentro de lo que cabe en nuestro país), el mismo hecho de que el gobierno de la Ciudad de México esté promocionando un festival de cine latinoamericano organizado por sí mismo, y, con premios de –¿están listos?– $1,750,000 pesos en efectivo abre interrogantes. ¿Imaginen si lo que cuesta ese festival –¡o solo estos premios!– se le diera a los festivales gubernamentales ya existentes o a festivales nuevos creados por la sociedad mediante fondos verdaderamente democráticos?

En mi columna pasada, hablaba precisamente de los festivales que aparecen y desaparecen con administraciones sexenales. Eso es un detalle triste nada más, algo mucho más importante es que un gobierno quiera determinar qué es lo mejor para el desarrollo humano de la sociedad mediante propuestas culturales donde no se toma en cuenta a dicha sociedad.

¿Cómo se le ocurrió al gobierno de la Ciudad de México un festival de cine latinoamericano?

Si uno se asoma a la página de este nuevo festival que se avecina en octubre hay un reglamento que según ellos da legalidad al encuentro. Pero es cosa de leguleyos porque en ninguna parte dice que el gobierno desarrollará los festivales, ni que pondrá los fondos para que se realicen estas actividades. Lo grave de que ellos tomen la incitativa de realizar un festival con estas características, en lugar de poner ese dinero a concurso, lo que no sólo sería más democrático, sino que a todos nos serviría más para que los proyectos culturales tengan continuidad. Es fundamental que los festivales se generen en la comunidad y no en la oficialidad.

Se los aseguro desde ya: este nuevo festival tendrá como periodo de vida máximo lo que dure la administración de Claudia Sheinbaum, si no es que desaparece aún antes. Espero equivocarme y que sea un gran festival. Pero empezó mal y los argumentos ahí están.


Christian Sida Valenzuela dirige el Festival de Cine Latinoamericano de Vancouver y el Festival del Nuevo Cine Mexicano de Durango. Ha sido jurado en los festivales de cine de Morelia, Guadalajara, Río de Janeiro, La Habana y Valladolid, entre muchos otros, y ha escrito sobre cine para las revistas Letras Libres y Cine Toma. @ChristianSida