La guardia blanca: Una mirada a la necropolítica nacional
Por Bianca Ashanti | 6 de junio de 2024
Sección: Crítica
Género: Documental
Temas: colonizaciónextractivismoJulien ElieLa garde blancheLa guardia blancanarcoestadonecropolítica
«Es momento de pensar el capitalismo gore como la consecuencia adversa de la producción sin reglas del capital. Como si viviéramos en una realidad discursiva cuya única constante es el enriquecimiento de unos pocos y el derramamiento de sangre de la mayoría». Estas palabras de la filósofa mexicana Sayak Valencia pertenecen a “Todo lo sólido se edifica con sangre”, un subcapítulo de su libro Capitalismo gore (2010), término acuñado por la misma autora para desarrollar un análisis crítico de las problemáticas sociales, políticas y ambientales de la actualidad.
Tal como Valencia hace de su libro un agente activo de crítica anticapitalista, Julien Elie configura su película La guardia blanca como un registro fílmico sobre lo colonial, exponiendo los instrumentos de la “necropolítica” (desarrolladas más a profundidad por la autora mexicana) que se esconden detrás de la presencia -ilegal- de las mineras nacionales e internacionales (más del 80% son canadienses o estadounidenses) en comunidades y pueblos indígenas del país. Pero a diferencia de la aproximación teórica de Valencia (necesaria para la identificación tópica/teórica del problema), Elie presenta en su filme un acercamiento más sencillo, que expone la emocionalidad y la “simpleza” testimonial de los activistas que hasta el día de hoy arriesgan su vida para defender la tierra.
Esta perspectiva humanizada de un problema estructural, que nos ayuda a aterrizar y a conectar desde la empatía y el reconocimiento, se hace posible gracias a don Roberto de la Rosa, un hombre del campo que un día comenzó a leer a Marx y descubrió que pensaban igual. Y que sirve como guía dentro de la cinta, para enlazar las distintas ramificaciones de resistencia (corresponsales/activistas/campesinos). Pero la maestría de La guardia blanca (La garde blanche, 2023) reside en la trascendencia temática del filme que comienza con un desarrollo clásico (por su estructura apegada al género periodístico) sobre los despojos de la tierra y avanza hacia un terreno mucho más peligroso: el de los grupos de crimen organizado y la relación establecida entre el narcotráfico, las empresas y los políticos nacionales.
La guardia blanca refiere justo a este entronque del monopolio económico y epistémico de la ideología ultraliberal, donde los gobiernos estatales y las empresas extractivistas acuden al crimen organizado para “limpiar la tierra”, despojar a campesinos y desplazar pueblos enteros. Si bien su presentación recae en lo tradicional, el filme se configura como un trabajo titánico de síntesis informativa que despierta, a partir del uso de la imagen y la palabra, un diálogo activo con el espectador. Esto se logra, sin duda, gracias a la experiencia del cineasta canadiense que se ha consolidado dentro del género por un genuino y sincero interés político.
Además, el filme nos ofrece una evolución estética a partir del desprendimiento de la imagen documental que se convierte a ratos en un registro encauzado a la contemplación (no) narrativa. Esto último y el conjunto de miradas recopiladas desde la horizontalidad discursiva nos permiten acceder a un paisaje que reúne los elementos necesarios para generar cuestionamientos/acción sobre algunas de nuestras crisis más urgentes de esta (hiper)modernidad: la colonización-extractivista, el capitalismo-necropolítico y la violencia-narcoestatal.
Bianca Ashanti trabaja en el área de publicaciones de Cineteca Nacional e imparte clases de Narrativa a nivel licenciatura en ESCENA Escuela de Animación y Arte Digital. Ha escrito para medios tradicionales como Reforma y Milenio. También ha colaborado en revistas independientes como Fotogenia Podcast, FILME Magazine, Lumínicas y La Rabia Cine.