Las telenovelas no mueren (1/3)

Las telenovelas no mueren (1/3)

Por | 4 de septiembre de 2017

Las Aparicio (Argos, 2010)

La televisión, desde sus orígenes, ha sido motivo constante de conversación. Sin importar si se hable bien o mal de ella, aparece de manera constante en pláticas ya sea por sus contenidos, por el interés que éstos provocan y en la actualidad las controversias tienen más que ver con su prevalencia en la vida cotidiana, sobre todo frente a las nuevas propuestas de entretenimiento que han surgido gracias a la convergencia cultural y tecnológica en la que estamos inmersos.

Tales discusiones no han escapado a los académicos. En el año 2009 Mario Carlón y Carlos Scolari coordinaron el libro El fin de los medios masivos: El comienzo de un debate, que incluye una serie de ensayos que giran alrededor de los presuntos posibles finales de un determinado medio por la llegada de uno nuevo: si la fotografía terminaría con la pintura, el cine con el teatro, la televisión con el radio, el e-book con el libro y ahora el internet con la televisión. En este apartado, Scolari afirma: «Es posible que no estemos asistiendo a la muerte de la televisión sino a la rearticulación de su rol vertebrador de la sociedad».[1] En otras palabras, que la supremacía de este medio, ilustrado icónicamente como el gran aparato en la sala de los hogares que era capaz de reunir a familias enteras está en agonía, pero no precisamente para morir, sino para readaptarse a los nuevos entornos y las nuevas realidades.

Lo cierto es que en México sólo un determinado sector de la población forma parte de estos nuevos hábitos. La Encuesta Nacional de Consumo de Contenidos Audiovisuales 2016 realizada por el Instituto Federal de Telecomunicaciones arroja datos que podrían refutar los argumentos de quienes ya vislumbran no sólo la muerte, sino la autopsia de la televisión: en nuestro país el 96% de la población tiene un televisor en casa, del cual un 74% reporta consumir contenidos de los canales abiertos, y un 65% sintoniza canales de televisión abierta pese a tener contratado algún sistema de paga. Estas cifras contrastan un poco con el consumo audiovisual desde internet, que obtuvo un 26% siendo YouTube y Netflix las principales plataformas.

Pero vayamos más allá: los géneros televisivos más consumidos, según la misma encuesta, ubican a los noticiarios en un 49%, las películas con un 47% y las telenovelas con un 42%, seguidos por las series con un consumo del 32%. Según esta muestra representativa, en términos de ficción, las series, que si bien van entrando cada vez más en el gusto del público, siguen estando muy por debajo de las telenovelas. Es posible que uno de los motivos por los cuales en países como México se crea (o se desee) que los días de la televisión están contados es justamente por las emociones encontradas que suele generar la telenovela, la máxima representación de una industria latinoamericana cuyo auge en la década de los ochenta puso a nuestro país, particularmente con los contenidos de Televisa, en los primeros lugares junto con Brasil en la creación y manufactura de historias que, siguiendo los cánones del género melodramático, apelan a los sentimientos e ilustran durante toda la trama la lucha del bien contra el mal.

Las opiniones respecto a este formato televisivo se polarizan: o se les ama o se les odia. Basta recordar la reacción provocada en 2016 cuando Televisa anunció que sus contenidos serían retirados de la plataforma Netflix para mudarse a su propio sistema, Blim. Hasta la empresa norteamericana se sumó a la cantidad de memes y sátiras en las que la gente agradecía que estos contenidos salieran de ahí, pues, se aseguraba, nadie contrataba su servicio para ver telenovelas. Esto es difícil de comprobar, ya que a diferencia de los sistemas tradicionales de televisión (o mejor dicho, del broadcasting), Netflix no publica cifras o estadísticas de sus consumos. Es por ello que empresas como HighSpeedInternet deciden aplicar sus propias metodologías para conocer cuáles son los gustos de la gente en una plataforma que hoy en día llega a más de 190 países, a 21 idiomas y que cuenta con 70.5 millones de suscriptores en el mundo.

Mediante un método de asociación entre los contenidos disponibles de Netflix en cada país y los nombres de las series más buscadas por región, el estudio publicado el 8 de mayo de 2017 arroja los nombres de las 5 series más populares en el mundo (Sherlock [Mark Gatiss y Steven Moffat, 2010 a la fecha] de la BBC se coloca como la gran favorita), para después enlistar el contenido estrella por país. La sorpresa, al menos para quien esto escribe, fue saber que en México Las Aparicio (Argos, 2010) es el contenido más buscado.

¿Qué es Las Aparicio? En términos formales se trata de una ficción mexicana hecha por Argos Televisión para ser distribuida por Grupo Imagen, para el entonces canal Cadena Tres. Contó con 120 capítulos y su trama giraba en torno a las historias de una familia compuesta por mujeres, cada una con sus propias debilidades y fortalezas pero que, fieles al matiz que Argos imprime en sus personajes femeninos, distaban mucho de ser cenicientas o personajes sumisos. Aunque en la empresa de Epigmenio Ibarra no se produzcan melodramas siquiera parecidos al modelo Televisa (nombrado así por por la investigadora argentina Nora Mazziotti), no dejan de ser telenovelas en cuanto a los elementos visuales, sonoros, discursivos y sobre todo de temporalidad, aunque se les venda bajo el nombre de teleseries. Entonces sí, los mexicanos que contratan Netflix siguen consumiendo telenovelas, no importando si las produce una empresa u otra.

¿A qué se debe? En una respuesta muy corta y vaga, es posible afirmar que es una cuestión de hábitos, aunque haya mucho más que agregar a esta respuesta. Existen distintas perspectivas desde las cuales entender estos fenómenos y una de ellas gira en torno a la telenovela como un producto mercantil, que apela a las emociones tanto como a ciertos rasgos nacionalistas que trascienden de lo local a lo global. Es por ello que en las siguientes entregas trabajaré la hipótesis de que no es la telenovela la que ha muerto, lo que colapsa irremediablemente es el modelo mexicano que tantas glorias llegó a acumular hace más de dos décadas.


[1] Mario Carlón y Carlos Scolari (coordinadores), El fin de los medios masivos: El comienzo de un debate, La Crujía Ediciones, Buenos Aires, 2009, p. 203.


Raquel Guerrero Viguri es maestra en Estudios de Cultura y Comunicación por la Universidad Veracruzana, y creadora del concepto Ratona de TV, que incluye una serie de podcast sobre temas de televisión, particularmente sobre ficción y telenovelas.