Cine estadounidense de los 70 (3/3): Pel

Cine estadounidense de los 70 (3/3): Películas pop

Por | 28 de abril de 2017

A la par que una generación de directores estadounidenses excepcionales apareció durante los 1970, la industria fílmica popular se reconfiguró. Una serie de películas que basadas en figuras arquetípicas entró a las pantallas generando un ámbito icónico que se ha convertido en una base multirreproducida y reconfigurada constantemente que opera como médula de una cultura pop global. Basta dar dos ejemplos: aparecieron los zombis romerianos, el monstruo que más nos habla del presente, y los jedis, sobre los que casi no es necesario hacer comentarios.

Al mismo tiempo se configuró el blockbuster como lo conocemos y lo entendemos: fechas anunciadas con anticipo, mercancía relacionada con la película, circuitos mundiales de comercialización para cubrir gastos de producción para los que no basta el mercado estadounidense. Es de notar que en un principio fueron una reacción estética de Steven Spielberg y George Lucas ante los otros grandes cineastas del periodo. Frente al cine culto y formalmente provocador de los autores estadounidenses influidos por Europa, quisieron hacer un cine personal, pero que apelara a las audiencias masivas. Su apuesta se ha ido descafeinando con el tiempo, pero es muy relevante en su contexto.

Nuevamente optamos por un periodo cronológicamente inexacto enmarcado por dos tipos de figuras parasitarias: el zombi y el alien. El cine pop estadounidense de los 1970 tuvo una gran cantidad de películas notables. Como es imposible ocuparnos de todas decidimos hacer una selección apegada al argumento que acabamos de presentar, por ello dejaremos fuera cintas dignas de memoria como Cuando el destino nos alcance (Soylent Green, Richard Felischer, 1973),  El golpe (The Sting, George Roy Hill, 1973) y Blazing Saddles (Mel Brook, 1974), entre muchas, muchas otras.

 

1. La noche de los muertos vivientes (Night of the Living Dead, George A. Romero, 1968)

Night of the Living Dead, George A. Romero

George A. Romero decía que él pensaba que La noche de los muertos vivientes se trataba de una generación que destruía a la generación anterior. El mejor ejemplo de ello es la niña zombi que ataca a su madre en la película. Si el cine estadounidense de los sesenta se trataba, como toda la década, de la ruptura con los moldes anteriores; el de los setenta se trata del pleno dominio de la generación de la ruptura y por eso esta cinta resulta ideal para abrir boca. Como sea, en términos pop es relevantísima porque aquí apareció una partícula referencial: el mito zombi que rompe con la figura originaria del vudú haitiano. Los zombis como entes deshumanizados tras pasar por la muerte y volver de ella, y que deshumanizan a quienes muerden y no se comen completos, están por todas partes. Hay quien los ha juzgado representantes del capitalismo voraz o de la pérdida de la individualidad, pero las interpretaciones siguen abiertas. Romero, además de hacer una película importante, nos ha legado una metáfora muy, muy poderosa.

 

2. Garganta profunda (Deep Throat, Gerard Damiano, 1972)

Aunque esta película no destaca por sus logros estéticos ni narrativos, tuvo un impacto inaudito. Fue la primera película porno de gran alcance, exhibida comercialmente en cines y no consumida clandestinamente como era costumbre. Además, se distinguió del grueso del cine de su tipo que consistía en películas breves, sin tramas desarrolladas. Desató discusiones morales y tuvo muchos detractores, entre ellos algunas autoridades; y, a pesar de esto –o tal vez gracias a esto– confirmó algo que ya se sospechaba: la sociedad estadounidense tenía una curiosidad sexual que podía volverse redituable. La popularización de esta película fue un evento subversivo: la respuesta a Garganta profunda forma parte de las conductas de un público que mostró ser afín a los productos culturales que se enfrentaban a las figuras autoritarias. El fenómeno social que desató, así como su producción, son analizados en el documental Inside Deep Throat (Sascha Bailey y Randy Barbato, 2005).

 

3. El exorcista (The Exorcist, William Firedkin, 1973)

La intención original de William Friedkin no era hacer de El exorcista una película de terror, sino una representación “realista” del misterio de la fe. Basada en el libro de William Peter Blatty, desde que fue estrenada en cines impactó al público al retratar una zona gris que en había sido raramente abordada en el cine: aquello que no comprendemos pero que sostiene sistemas enteros de creencias, la divinidad y los demonios, lo sobrenatural como parte de la vida terrenal. Se dice que los métodos del director fueron extremos –desde haber disparado un arma para asustar al elenco, hasta bajar la temperatura del set para que los actores estuvieran visiblemente incómodos­– y, en caso de ser ciertos, funcionaron: las interpretaciones de los actores son gran parte de la fuerza de esta película que hoy, a pesar de la evidente brecha tecnológica en cuanto a efectos, se sigue sosteniendo como uno de los relatos más perturbadores en la historia del cine. Es interesante que una película sobre la fe se haya convertido en una película sobre la angustia a lo que nos trasciende, lo que la emparenta con algunos momentos de textos antiquísimos como el Eclesiastés o el Mahābhārata.

 

4. La masacre de Texas (The Texas Chain Saw Massacre, Tobe Hooper, 1974)

Pilar del cine de terror, este slasher parcialmente basado en el asesino serial Ed Gein, se convirtió en una película de culto gracias a su novedoso manejo de los elementos del género: a través de una fotografía invasiva, combina instantes tremendamente sangrientos con escenas sutiles llevando al público a momentos de expectación y shock. Hooper contaba con un presupuesto muy bajo y poco tiempo para el rodaje, factores que, aunados a las condiciones climáticas adversas, parecen haber alimentado la sensación de desesperación del elenco frente a las cámaras. La máscara y la sierra inauguraron una oleada de asesinos que usaban aparatos eléctricos, así como una serie de remakes. El terror de esta película, con sus recursos crudos e inquietantemente realistas, es tan efectivo que la ha colocado como un referente fundamental del género.

 

5. Tiburón (Jaws, Steven Spielberg, 1975)

No es necesario abundar en detalles del argumento de esta película sobre un tiburón blanco asesino que asedia las playas de un pueblo vacacional y que termina por convertirse en la presa de un policía y un científico. Quizá tampoco haya que recordar que estableció durante mucho tiempo el estándar de los blockbusters veraniegos, tanto en estructura (algo entre el terror o el thriller y las aventuras) ni que durante un par de años fue la película con mayores ingresos de taquilla de la historia (470.7 millones de dólares). Lo que vale la pena recordar, en cambio, es que es una película excepcional en términos técnicos y que da pruebas de la grandeza de Steven Spielberg como realizador. También, que su éxito, como el de muchas otras películas de su tipo, se basa en que es un retrato de un sistema de vida y de valores amenazado, defendido y, si es necesario, restablecido por un grupo heroico; un grupo, que como Fredric Jameson vio con claridad su ensayo «Reificación y utopía en la cultura de masas», siempre pertenece a la clase dominante y reinstaura el orden original.

 

6. Rocky (Sylvester Stallone y John G. Avildsen, 1976)

La historia de Rocky Balboa es un viaje del héroe sostenido por un personaje bien construido y por recursos estilísticos que han sido recuperados una y otra vez por películas posteriores. Detrás de la búsqueda física de Rocky, están su impulso por triunfar y su transformación, las raíces emocionales que han conmovido a generaciones y generaciones. Probablemente haya algo de eso en lo que soñaba Sylvester Stallone mientras, en un arrebato de inspiración de tres días, escribió el guión. Por otro lado, las secuencias de los entrenamientos, su montaje y musicalización, se volvieron icónicas al grado de ser tan identificables como las escaleras de Odessa de El acorazado Potiomkin (Bronenósets Potiomkin, Serguéi Eisenstein, 1925), por ejemplo.

 

7. Carrie (Brian De Palma, 1976)

La venganza de la mujer ha sido un tema recurrente del cine de terror y algunos de sus tópicos pueden remontarse a Carrie. Esta cinta permanece vigente como uno de los grandes clásicos del género en donde casi todos los personajes principales y decisivos son mujeres. La cinta presenta, a través de la sangre, una reapropiación del cuerpo frente a la religiosidad extrema encarnada por la madre; sin embargo, se mantiene siempre atravesada por una mirada masculina manifestada en el contraste entre el cuerpo femenino visualmente placentero –representado por las compañeras de Carrie en los créditos iniciales– y el cuerpo de Carrie, que a través de la menstruación, precede los eventos de terror y violencia. Como dice Rebeca Jiménez Calero: «De Palma establece una idea que será base para este tipo de cine: este cuerpo que produce placer a la vista también puede convertirse en una fuente de horror. No es gratuito, por supuesto, que la venganza de Carrie se detone a partir de la aparición de otro chorro de sangre».

 

8. La guerra de las galaxias (Star Wars, George Lucas, 1977)

Aunque la importancia de La guerra de las galaxias, lo que ahora llamamos «Episodio IV», es incuestionable, vale la pena volverse a preguntar por qué. Y bien, La guerra de las galaxias no es importante, por ejemplo, por la infinidad de fanáticos que tiene y cuyo rango va del empresario que oculta una app de una espada láser –así se llamaban, al menos, en el español mexicano en su momento– en su teléfono al otaku de 45 años con una tienda de cómics –en el mejor de los casos–, sino porque inventó a esos fanáticos. Es cierto que los fans de la versión más antigua de Viaje a las estrellas (Star Trek, 1966-69) tienen más abolengo y que algo de la serie permeó en la creación de George Lucas, pero Star Wars desde el principio, como dice Will Brooker, resultó un ámbito muy abierto (empezó en el cuarto capítulo, tiene una infinidad de personajes incidentales provocadores…) que sólo ha sido posible llenar mediante productos extrafílmicos canónicos, incorporados al canon forzosamente y apócrifos. Algo tolkieniano hay en la configuración de este mundo cerrado y abierto a la vez. Además es en sí una especie de historia del cine: se trata de una película espacial que es un wéstern, una película de la Segunda Guerra Mundial, una película de artes marciales, una película de templarios…

 

9. Encuentros cercanos del tercer tipo (Close Encounters of the Third Kind, Steven Spielberg, 1977)

Momento clave en el cine de ciencia ficción, Encuentros cercanos del tercer tipo se distinguió de otros retratos de la vida extraterrestre y su contacto con la Tierra al no presentar un escenario fatalista, sino una posibilidad de comunicación. Desarrollando varias líneas narrativas que se entrecruzan, Spielberg enfatiza el diálogo y el poder de la unión entre individuos mientras manifiesta descontento y desconfianza en las autoridades de Estados Unidos, lo que no es extraño si tomamos en cuenta el contexto político de la época, enmarcado por eventos como el escándalo de Watergate. Tal vez el poder de resonancia de estas películas frente al público proviene de estos puentes que, a través de metáforas, ficciones o mundos fantásticos, alcanzaban aspectos de la realidad del país.

 

10. Halloween (John Carpenter, 1978)

Halloween, una de las películas independientes con mayor éxito comercial en la época, aterrorizó a grandes públicos. Carpenter maneja el relato de manera que el terror va in crescendo, manteniendo al espectador en una tensión constante. La fuerza de esta cinta recae en tres elementos principales: la construcción misteriosa del protagonista, cuya identidad conocemos –vagamente– hasta después del primer asesinato que comete y cuya violencia es representada por una máscara icónica, la descripción natural y verosímil de las víctimas y, finalmente, una musicalización que matiza de manera muy acertada el desarrollo de la historia. El asesino sanguinario enmascarado, no hace falta decirlo, es una figura proteica que ha dado pie a muchas de las series fílmicas de terror más importantes de la historia.

 

11. Supermán (Superman, Richard Donner, 1978)

Hubo una época en la que los superhéroes no requerían parecer fisicoculturistas inyectados. De esa época es la primera película de Supermán, donde Jor-El manda a Kal-El a la Tierra por la destrucción de Kryptón, Kal-El se convierte en Clark Kent, tiene que aprender a ocultar sus poderes para usarlos con responsabilidad, se va a Metrópolis, conoce a Lois Lane y se enfrenta a Lex Luthor, etc. En el contexto de la película Supermán deja de ser en un héroe antinazi para convertirse en un héroe antisoviético de la era nuclear (el núcleo de Kryptón es peligrosísimo porque es de uranio, por ejemplo). Pero si hoy la película resulta interesante es, sobre todo, porque sin ser ni remotamente la primera película de superhéroes extraídos de cómics, sí es la que adelantó el periodo blockbuster perenne con el que tanto Marvel como DC nos tienen comprando boletos cada dos meses.

 

12. Alien: El octavo pasajero (Alien, Ridley Scott, 1979)

¿Cómo abordar Alien a casi cuarenta años de su lanzamiento y reinvención constante? Alien era una película estadounidense de terror espacial dirigida por un realizador inglés y diseñada por un artista gráfico inquietante y suizo, H. R. Giger. Sólo que nunca fue eso. El ser alienígena que casi aniquila a los tripulantes de una nave espacial es un parásito que anida en ellos y, de algún modo, toma su forma, aunque contrahecha. Hay quien afirma (Slavoj Žižek, Nicolás Cabral basado en él…) que se trata de una representación de la vida que consume a la vida para seguir viva, es decir, que es una especie de libido pura. Pero a raíz de las cintas derivadas pueden plantearse otras interpetaciones quizá igualmente intelectuales, aunque ajenas a las ciencias humanas y sociales, que podrían provocar reflexiones más finas sobra la película, sus secuelas y precuelas: ¿cómo se puede leer Alien desde el evolucionismo, o desde la oncología?

 

Agradecemos a César Albarrán Torres  y José Luis Ortega Torres su asesoría y colaboración en esta serie.