Caniba

Caniba

Por | 18 de julio de 2018

Las películas producidas por el Laboratorio de Etnografía Sensorial (Sensory Ethnography Lab), de la Universidad de Harvard, proponen, como su nombre lo indica, experiencias sensoriales. Buscan documentar mediante el cine la experiencia etnográfica más pura posible. Llevarnos a la primera línea eliminando cualquier herramienta documental innecesaria para ello en el camino. Adiós narración en off, olvídense de las cabezas hablando a cuadro o reconstrucciones de hechos previamente acontecidos. Lo que se plasma, entonces, es precisamente eso: una experiencia.

Piensen en ese viaje marino, agreste y cautivador plasmado en Leviatán (Leviathan, Lucien Castaing-Taylor y Véréna Paravel, 2012), en la cariñosa ida y vuelta del teleférico protagonista de Manakamana (Stephanie Spray y Pacho Velez, 2013), o en el imparable paso del hierro y la carne del tren chino (y sus pasajeros) capturado en The Iron Ministry (J.P. Sniadecki, 2014). Tres pequeñas ventanas a lo caótico de nuestro mundo, a las formas en que nos desenvolvemos y compartimos espacio.

El nuevo trabajo del Laboratorio lleva por nombre Caniba (2017). Tiene como principal sujeto de estudio a Issei Sagawa, un japonés famoso por comerse a una compañera de estudios en la Sorbona de París, y que gracias a su acto de canibalismo incursionó en diversas actividades artísticas: la crítica culinaria, la escritura de novelas, el dibujo de un manga, el cine porno y algunas más. Ahora, en plena libertad lejos de la sociedad, los cineastas Véréna Paravel (Neuchâtel, 1971) y Lucien Castaing-Taylor (Liverpool, 1966) nos sumergen en su vida para reflexionar sobre la existencia, además de las razones que lo llevaron a probar la carne humana.

A diferencia de las experiencias arriba mencionadas, Caniba tiene el espíritu de un puñetazo al estómago con el propósito de enfrentarnos a lo peor de nuestra especie. Comer del otro es uno de los grandes tabúes de la humanidad, una transgresión sin perdón. Sagawa asegura no arrepentirse de su acto, mientras la cámara lo muestra en un close-up cerrado, su rostro cubre toda la pantalla como en medio de una ligera neblina. Imaginen al ficticio Doctor Hannibal Lecter sin el glamour o el aura de personaje seductor con la que se le presenta en diversas películas. Despojado de todo es un hombre común y corriente, lo perturbador es que luzca como todos los demás.

La intención de Paravel y Castaing-Taylor es clara: buscan confrontarnos con esas partes de nosotros mismos que olvidamos/reprimimos, el lado impulsivo y más oscuro de nuestra mente. ¿Qué llevó a un hombre a degustar como un animal salvaje el cuerpo de una persona conocida? ¿Tenemos la capacidad de hacer lo mismo? Etcétera. El viaje al abismo sin duda no es placentero.

Siguiendo el estilo del Laboratorio de Etnografía Sensorial, aquí no hay una narrativa que nos lleve de la mano por este paraje desolado ni un chiste que nos aligere el grotesco espectáculo. La confrontación es lo más áspera y dura posible, un comentario sobre cómo probó lentamente su platillo se intercala con una escena en blanco y negro de la niñez del protagonista, acto seguido somos testigos de uno de sus videos pornográficos.

Sin embargo, el momento cumbre se da cuando en primerísimo plano vemos pasar el manga dibujado por Sagawa, donde narra con lujo de detalle su crimen, su estado mental, sus filiaciones sexuales y la manera en que convirtió a su compañera de estudios en un perverso banquete (esencialmente quería comerse sus glúteos desde hacía un tiempo), al tiempo que su hermano ríe incómodo por la situación.

Él se convierte en la guía de nuestros pensamientos, buscando cómo dejar de pasar las páginas sin poder quitar los ojos del papel, reflejando nuestra propia situación como espectadores. Una y otra vez expresa la verdad: «Estás loco», «¿Quién te dejó publicar esto?», «¿De verdad, tú dibujaste todo esto?». La esencia del documental está en esos minutos, cuando nos enfrentamos a los deseos de un asesino y a la extraña/perversa atracción que estos causan en nosotros.


Rafael Paz es editor en jefe en ButacaAncha.com y conductor de Derretinas en la barra Resistencia Modulada de Radio UNAM.

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