Terror japonés: 20 cintas fundamentales

Terror japonés: 20 cintas fundamentales (2/2)

Por | 16 de diciembre de 2016

Sección: Historia(s)

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Over Your Dead Body (Kuime, Takashi Miike, 2014)

Japón es uno de los territorios donde el género de terror ha encontrado uno de sus mejores aliados. Muchas de las películas ideadas en este país han sido replicadas en Estados Unidos o han servido de inspiración para encarnar relatos inquietantes que además proyectan malestares de las sociedades contemporáneas –como la relación entre el horror y la tecnología o la vuelta de la muerte para buscar venganza. Seleccionamos 20 cintas fundamentales para conocer uno de los discursos creativos más estimulantes de esta nación oriental. El orden es cronológico.

Puedes leer la primera parte de esta lista aquí.

10. El club del suicidio (Jisatsu sākuru, Sion Sono, 2002)

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Aunque ha recibido muchas críticas por su falta de lógica, causalidad y carácter conclusivo, el noveno largometraje de Sion Sono tuvo todos los elementos necesarios para contribuir a la explosión de terror japonés de inicios de siglo: un inicio inolvidable, decenas de muertes sangrientas, fuerzas inexplicables, detectives incapaces y abundante pelo negro. La estación de Shinjuku en Tokio es testigo de un suicidio masivo: decenas de adolescentes en uniforme se alinean en una larga horizontal descrita en sucesivos travellings, acompañadas tanto de los sonidos característicos de una estación de tren japonesa como de la contrastante música no diegética que pareciera anticipar una dulce aventura juvenil. Vidrios bañados en sangre, ruedas mutiladoras y rostros de pánico fungen como contracampo de la muerte autoinflingida de las niñas. A continuación, un plano de una valija abandonada en el andén sugiere una primera pista para averiguar qué es lo que está motivando a numerosos grupos de jóvenes a quitarse la vida en la ciudad. Si bien la segunda parte de la cinta no tiene la misma fuerza que la primera, El club del suicidio es la puerta perfecta para entrar al universo nonsense de uno de los cineastas japoneses más interesantes de la actualidad.

 

9. La maldición (Ju-on, Takashi Shimizu, 2002)

La maldición

La saga La maldición comenzó en 1998 con dos cortometrajes dirigidos por Takashi Shimizu para el compilado Gakkō no kaidan G, impulsado por Kiyoshi Kurosawa, su maestro y formador. Tras dos largometrajes direct to video (Ju-on, 1998, y Ju-on 2, 2000), llegó a los cines La maldición, la tercera de 8 entregas de la saga completa, más sus respectivos remakes estadounidenses dirigidos por el propio Shimizu. Fragmentada en episodios correspondientes a cada personaje, La maldición relata la búsqueda de venganza por parte de una madre, su hijo y su gato, asesinados brutalmente por el celoso padre de familia. Al inicio de la cinta un intertítulo advierte que toda aquella persona que muere en circunstancias desafortunadas será parte de una maldición que invade el lugar de la muerte y ataca a quien entre en contacto con ese espacio y, consecutivamente, a quien se vincule con las víctimas malditas. Destaca la imagen de los fantasmas (Kayako y su hijo Toshio) rodeando las camas, los armarios, las puertas, etc., con su piel maquillada de blanco (probablemente inspirada en el maquillaje de la danza butō). Después de El aro, La maldición ha sido la franquicia más popular del J-Horror, incorporando adaptaciones literarias, mangas y videojuegos.

 

8. Llamada perdida (Chakushin ari, Takashi Miike, 2003)

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Takashi Miike ha filmado unas cien películas (a un ritmo de 5 a 7 por año). Entre todas ellas, Llamada perdida no es ni la más radical, ni la más violenta, ni la más compleja y, quizá por ello, es la que permitió que su cine se estrenara “comercialmente”, al menos en México. Siguiendo la estela de El aro, Llamada perdida es la historia de un fantasma vengador en un tono mucho más sádico. Comparte con otras cintas contemporáneas el fuerte vínculo entre terror y tecnología. Esta vez es un teléfono móvil el portador de la catástrofe, ya que a través de éste las víctimas reciben (o pierden) una llamada del futuro con el sonido de su propia muerte plasmado en un mensaje de voz. El tono con el que suena el celular en estas ocasiones se ha insertado en la banda sonora cinematográfica de terror de los últimos años, así como la pelotita de dulce rojizo que sale de la boca de los muertos ha pasado a formar parte del universo iconográfico del miedo. Y, por supuesto, la terrible muerte en directo de una de las protagonistas que, más de una década después, sigue confirmando el importante papel de Miike en el cine contemporáneo.

 

7. Marebito (Takashi Shimizu, 2004)

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Un camarógrafo freelance captura el extraño suicidio de un hombre que se apuñala un ojo en una estación de tren. Las imágenes del rostro de este hombre antes de morir –enfatizadas a través de un fuera de campo desconocido que se mantiene latente a lo largo del relato– obsesionan al camarógrafo, que tras explorar un mundo subterráneo habitado por bizarras criaturas, adopta a “F” y la lleva a su apartamento. Producida en medio de la serie La maldición, Takashi Shimizu entrega un filme interesante y reflexivo, protagonizado por  el director y actor de culto Shinya Tsukamoto. Realizada en video digital, Marebito es una exploración de las tecnologías de producción de imágenes en movimiento: de la grabación casera al reportaje, y de los celulares con cámara a la videovigilancia, una historia sobre el miedo que relativiza las tensiones con lo “sobrenatural”.

 

6. Premonición (Yogen, Norio Tsuruta, 2004)

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Una pareja y su hija de cinco años vuelven a Tokio en su automóvil. En medio de la carretera, el padre insiste en detenerse en una cabina telefónica para enviar un correo electrónico. Allí, una hoja de periódico apenas visible llama su atención: aparece publicado un obituario que anuncia la muerte de su hija apenas unos minutos más tarde, ese mismo día. Enseguida el destino anunciado se cumple y la pequeña en el auto es arrollada por un tráiler. Confundiendo intrigantemente las temporalidades, los futuros y los pasados posibles, el director de El aro lleva a la pantalla el argumento del manga Newspaper of Terror de Jiro Tsunoda, un par de años antes que su remake estadounidense. La cinta formó parte del J-Horror Theatre, proyecto de los productores de El aro y La maldición, entre otras, que integró a la élite del miedo nipón (Nakata, Shimizu, Kurosawa, Masayuki Ochiai, Takahashi y Tsuruta) en el estreno de 6 películas que buscaban consolidar el éxito internacional del terror japonés.

 

5. Vital (Shinya Tsukamoto, 2004)

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Con base en la premisa de que el mundo físico está desvaneciéndose, mientras el mundo virtual invade nuestras vidas, Tsukamoto desarrolló un guion inspirándose en una clase de disección (el título original del proyecto era Dissection Film Project). A lo largo de su obra se puede notar la preocupación del director por el cuerpo y su relación con los espacios urbanos: Tokio y las metrópolis, principalmente. En Vital, Hiroshi Takagi (Tadanobu Asano) sufre un accidente automovilístico que provoca la muerte de su novia y una drástica pérdida de memoria. Entonces decide continuar sus estudios de medicina y, durante una clase en la que tiene que diseccionar un cadáver, se da cuenta de que es el de su exnovia fallecida. Este acontecimiento detona la vuelta fragmentaria de sus recuerdos. Con un montaje que destaca por su diseño sonoro, la cinta adquiere una atmósfera estresante que, como asevera el director, nos recuerda que estamos vivos a través de los cuerpos muertos.

 

4. Box (Takashi Miike, 2004)

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El segmento “Box” es parte de la película conjunta Tres extremos (Three… Extremes, 2004), que está integrada también por otros dos cortometrajes: “Dumplings”, del chino Fruit Chan, y “Cut”, del surcoreano Park Chan-wook. El título probablemente hace referencia a la denominación Asia extreme, que se ha extendido en años recientes para calificar un tipo de cine caracterizado, entre otras cosas, por la exageración y la estetización de la violencia y el terror. “Box” es la historia de dos siamesas, Kyoko y Shoko. La primera, una escritora, protagoniza secuencias oníricas y otros episodios que sugieren que la otra hermana murió de forma desafortunada cuando eran niñas, mientras la culpa parece invadir todos los planos de su vida adulta. El desarrollo del cortometraje permite adivinar sin completa certeza las causas del tormento de Kyoko. La espeluznante melodía de una caja de música, el contraste de color entre las capas de realidad y las imágenes de las niñas siamesas formando figuras en el escenario de un circo semivacío son suficientes para proyectar sensaciones terroríficas, pero sobrias y elegantes.

 

3. Noroi (Kōji Shiraishi, 2005)

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Bajo el lema «No importa cuán aterradora sea, quiero la verdad», el reportero investigador de lo paranormal, Masafumi Kobayashi, realiza el que será su último documental en torno a una serie de muertes, posesiones y desapariciones que en principio parecen no tener relación. Noroi es un falso documental al estilo found footage que pretende dar a conocer las últimas investigaciones de Kobayashi, que desaparece misteriosamente tras el incendio de su casa. La película fue realizada en DV, lo que refuerza la estética “casera” de las imágenes, además de ser un alivio presupuestal para un gran porcentaje de las producciones del J-Horror.  A diferencia de, por ejemplo, Actividad paranormal (Paranormal Activity, Oren Peli, 2007), Noroi no es únicamente un fake de la autovigilancia, sino que también ofrece una representación muy cercana a la realidad de las formas de ser de la televisión popular japonesa, posicionándose en una etapa en que tanto las historias tradicionales como el universo cinematográfico de los últimos noventa es ya parte de un imaginario del terror que es capaz de mirarse a sí mismo.

 

2. Over Your Dead Body (Kuime, Takashi Miike, 2014)

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Siempre es difícil resumir la trama de las películas de Takashi Miike y esta cinta no es la excepción. El relato es una recreación contemporánea de la historia de fantasmas más famosa de Japón (Yotsuya kaidan) que se popularizó a través de una obra de teatro kabuki en el siglo XIX. A su vez, esta trama se mezcla con la vida de una pareja de actores: la mujer es elegida para representar el papel principal en una puesta en escena de dicha obra y logra que su novio también sea considerado para el rol masculino protagónico. Por un lado, los crímenes y maldiciones que se desarrollan en la obra comienzan a confundirse con la vida real, generando escenas en que lo más temido cobra forma; por otro, muñecos terroríficos, vestuario de teatro, máscaras, cristales, espejos rotos, etc., forman secuencias que permiten que los fantasmas ancestrales que pueblan las historias populares sigan cobrando vida.

 

1. Creepy (Kurīpī: Itsuwari no rinjin, Kiyoshi Kurosawa, 2016)

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Aunque dista mucho de continuar la línea de fines de los noventa, la película número 29 de Kiyoshi Kurosawa comparte con sus anteriores producciones un tránsito constante entre cualidades genéricas que hace honor a su título. Creepy cuenta la historia de un catedrático en psicología criminal (exdetective), su esposa y su terrorífico vecino. Takakura (Hidetoshi Nishijima) es buscado por un excompañero para continuar investigando un crimen no resuelto en que una familia desapareció de su casa, dejando solamente atrás a una de las hijas, que se muestra reacia a cooperar con los investigadores. Además de la combinación entre horror y gags, la asombrosa actuación de Teruyuki Kagawa como Nishino explica porqué esta cinta tuvo tan buena acogida en el Festival de Berlín.

Puedes leer la primera parte de esta lista aquí.


Jessica Fernanda Conejo es licenciada en Comunicación (especializada en Producción Audiovisual), maestra en Historia del Arte y doctorante en Ciencias Políticas por la UNAM.  Es miembro del Seminario Universitario de Análisis Cinematográfico.